György Ligeti. Música de Cámara

“Toda la música de Ligeti se fundamenta en una especie de ilusionismo. El ejemplo más notorio es el de la “micropolifonía”: un contrapunto de elementos pequeños tan denso que el oyente lo percibe como una mancha tímbrica ligeramente temblorosa. 

A la celebración de la racionalidad compositiva proclamada por el serialismo, Ligeti responde utilizando las mismas herramientas lógicas con el fin de producir un resultado que desorienta la percepción y la atrapa en un extraño bucle cuya conclusión última es la contradicción insoluble. Al formular en el Concierto para violonchelo la doble paradoja de una “inmovilidad dinámica” y una “movilidad estática”, Ligeti busca llevar al oyente por un recorrido similar al que traza la célebre escalera de Escher, donde resulta imposible determinar si uno está subiendo o bajando. […]

Contemplada su amplitud, la trayectoria de Ligeti tampoco se sustrae a esa paradójica conjugación de movimiento e inmovilidad tan característica de sus piezas. Su constante evolución es a menudo el resultado de la reapropiación, desde nuevas perspectivas, de elementos y problemáticas recurrentes, presentes de una manera ora visible, ora latente. Lo que oímos, lo que percibimos, no es sino el reflejo de un juego de prestidigitación cuyo funcionamiento solo adivinamos en parte. De ahí que lo trágico y lo irónico se enlacen constantemente formando una cinta de Moebius. Con ello, la música de Ligeti dice mucho acerca de nuestro mundo y de nuestro presente.”

Stefano Russomano